jueves, 2 de junio de 2011

Altruismo, amistad y felicidad


Según Nicolas Guégen nadie nace altruista, sin embargo todos pueden lograr ser (o dejar de ser) altruista. En tal caso, ¿Que es lo que hace al altruista? La ciencia dice que son las circunstancias las que se encargan de transformar “al lobo en cordero, o al contrario”. Nos gusta mostrarnos generosos para producir una buena impresión en nuestro entorno, lo que Hervé Bazin llama la “visibilidad social”.


Esto queda demostrado en un experimento realizado por Philippe Rushton a más de 2.500 personas a las que se les pedía la hora. A los transeúntes se les abordaba, en unos casos, en pueblos, y en otros en grandes ciudades. Los resultados revelaron un descenso sistemático de las conductas de ayuda en función de la densidad de población, en otras palabras, a mayor densidad, menor es la ayuda prestada. Esto nos viene a ilustrar lo que supone la visibilidad social, en grandes ciudades donde hay un mayor anonimato, hay menos conductas altruistas porque nadie (o muy poca gente) sabría quien es el altruista. Como el comportamiento altruista no es reconocido, tampoco es recompensado y por lo tanto no es repetido.

A raíz de todo esto podemos hablar del altruismo conformista, este se refiere a que cuando un individuo da el primer paso, inmediatamente después los otros siguen su ejemplo en una especie de “conformismo mimético” . En otras palabras, al presenciar una conducta altruista, los que estamos cerca tendemos a comportarnos de la misma manera que un "altruista modelo". Esto nos hace pensar que el mimetismo constituya una de las claves para la conducta altruista. Según Guy Begin (Universidad de Laval en Québec), actuamos en función de modelos altruistas. Esto se utiliza esencialmente en la publicidad humanitaria, en la que recurren a escenas en la que la ayuda es necesaria para reclamar la nuestra. A pesar de saber todo esto, ¿Por que, aún así, no somos altruistas?


Se cree que es por las pautas conductuales, que representan acciones típicas que podemos llevar a cabo en una situación dada. Nos referimos a esas conductas que se supone que debemos emitir en una situación “conflictiva” y que no emitimos. Eso es porque en realidad no sabemos cómo reaccionar. Una agresión o un accidente son situaciones poco frecuentes, y es por ello que no hemos aprendido ninguna pauta de conducta. Cuando nos vemos envueltos en tales situaciones lo que solemos hacer es observar cómo reacciona el entorno, en tal caso si vemos que nadie se mueve asumimos que la situación no es tan grave, pero si alguien actúa su conducta sirve como referente para crear una pauta conductual.

Otra cosa que debemos tener en cuenta es el humor del momento. Un estudio llevado a cabo por Bruce Rind nos muestra que los clientes de una cafetería dan mas propina si hace buen día. De la misma manera, los clientes dan más propina (un 17% más) si el camarero/a sonríe al entregar la cuenta.

Uno de los motivos que nos arroja a socorrer a una persona es preservar el estado de bienestar. Al emitir conductas altruistas, reafirmamos y reformamos nuestra autoestima, nos revalorizamos personalmente e incluso instauramos un buen estado de ánimo, por ello queremos mantenerlo.

Las relaciones interpersonales estables, según Klaus Manhart, potencian la salud mental y corporal e incluso prolongan la existencia. Robin Dunbar sugiere que la evolución nos ha predispuesto para las relaciones sociales, así como estas, cuan mayores sean, más beneficiosas serán para nosotros. Con esto Dumbar se refiere que cuantos más individuos compongan nuestro círculo social, más voluminosa suele ser la corteza cerebral. Esto se debe al aumento de información que debemos recordar con el aumento del grupo. Robin Dumbar propone también la teoría del “cerebro social”, en la que afirma que el desarrollo de las estructuras sociales ha impulsado la evolución del cerebro. Las amistades aumentan las expectativas de vida mucho más que el contacto con hijos y familiares (uno puede elegir a sus amigos). El círculo social puede beneficiarnos con una reducción del estrés y de las tendencias depresivas: se produce un efecto positivo sobre comportamientos relevantes para la salud.

Ya sabeis, ¡a sonreír y a hacer amigos!


Nos vemos!

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